Memoria y prevención
México a 40 años del terremoto de 1985: lecciones vigentes
Expertos advierten que avances en protección sísmica aún enfrentan rezagos en infraestructura y cultura preventiva.

Fuente Fotográfica: UNAL
México. - El 19 de septiembre de 1985 marcó un antes y un después en la historia de México. A las 7:19 de la mañana, un terremoto de magnitud 8.1 sacudió la capital y varias regiones del centro del país. El saldo oficial superó las 10 mil víctimas mortales, miles de edificios colapsados y un trauma colectivo que perdura cuatro décadas después. Hoy, al cumplirse 40 años de aquella tragedia, la pregunta inevitable es si el país está preparado para resistir un evento de similar magnitud.
Avances en normativas y sistemas de alerta
Desde aquella catástrofe, México ha realizado cambios estructurales. En 1986 se reformaron los reglamentos de construcción de la Ciudad de México, con parámetros más estrictos para cimentación, resistencia de materiales y diseño antisísmico. Estas normas han sido actualizadas en varias ocasiones, la última en 2017 tras el terremoto de magnitud 7.1.
Asimismo, el país cuenta con el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), único en América Latina, que emite avisos con hasta 60 segundos de anticipación en caso de sismos originados en la costa del Pacífico. Este mecanismo ha demostrado eficacia en múltiples eventos posteriores, permitiendo evacuaciones ordenadas en escuelas, oficinas y espacios públicos.
Retos en infraestructura y desigualdad
A pesar de estos avances, especialistas advierten que aún existen vulnerabilidades. Investigadores de la UNAM señalan que gran parte del parque habitacional y comercial construido antes de 1985 no ha sido reforzado. Los edificios con estructuras débiles o cimentaciones inadecuadas, sobre todo en la zona del antiguo lago de Texcoco, siguen representando un riesgo latente.
En regiones fuera de la capital, la situación es más compleja. Estados como Oaxaca, Guerrero o Chiapas —ubicados sobre el Cinturón de Fuego del Pacífico— cuentan con altos índices de sismicidad, pero con menor infraestructura resistente. En zonas rurales, la autoconstrucción sin supervisión técnica es la norma, lo que aumenta la vulnerabilidad de la población.
Cultura de prevención
El terremoto de 1985 también impulsó una mayor conciencia ciudadana. Desde entonces, cada 19 de septiembre se realiza un megasimulacro nacional, con la participación de millones de personas en todo el país. Escuelas, empresas, hospitales y dependencias públicas practican protocolos de evacuación y medidas de autoprotección.
Sin embargo, expertos en protección civil advierten que la cultura preventiva no es uniforme. Mientras en las grandes ciudades los simulacros son habituales, en comunidades pequeñas o marginadas los protocolos son poco conocidos. Además, la población joven —que no vivió los sismos de 1985 y 2017— tiende a mostrar menor percepción de riesgo.
Preparación institucional
La creación de la Coordinación Nacional de Protección Civil y el fortalecimiento del Fondo de Desastres Naturales (Fonden) —aunque actualmente sujeto a cambios presupuestales— han dotado al país de mayores capacidades de respuesta. Equipos de búsqueda y rescate, unidades médicas de emergencia y protocolos interinstitucionales están hoy mejor organizados que hace cuatro décadas.
Aun así, organismos internacionales señalan que los recortes en recursos destinados a protección civil podrían afectar la capacidad de reacción en caso de un evento mayor. Organizaciones no gubernamentales y colectivos ciudadanos cumplen un rol cada vez más importante en el apoyo post-desastre.
¿Está México preparado?
La respuesta, según especialistas, es ambivalente. Por un lado, existen avances notables en sistemas de alerta, normatividad y cultura de prevención. Por otro, persisten rezagos en vivienda popular, desigualdad regional y continuidad presupuestal para protección civil.
México aprendió duras lecciones en 1985 y reforzó ese aprendizaje en 2017. Sin embargo, la naturaleza impredecible de los sismos recuerda que ningún país está totalmente blindado. La clave, coinciden los expertos, está en fortalecer la educación ciudadana, mantener actualizada la infraestructura y garantizar que la prevención sea una política de Estado permanente.
Fuente: CNN
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