Opiniones

La “Tacorización” de la política en el Perú

Por César Ortiz Anderson

Suele aludirse a un mercado persa cuando en un entorno o situación abunda el caos, el bullicio y la ausencia de reglas, donde el desorden, el ruido y el regateo entre ofertantes y compradores es intenso, con agresividad y carencia de normas; al trasladarse dicho concepto a la política se implican acciones de corrupción e intercambio de favores de todo tipo, incluso sexuales.

Sin embargo, esa alusión a un mercado persa para nuestra política deviene en deficiente e imprecisa cuando en el Perú sí tenemos un modelo de mercado —si así puede llamársele— que pinta o refleja mejor aún nuestra surrealista e increíble realidad política; me refiero a Tacora, tristemente célebre centro de comercio ambulatorio ubicado en el avispado distrito de La Victoria, “la rica Vicky”. Pero no solo Tacora: en la ciudad de Lima también tenemos más puntos neurálgicos de los diversos delitos, como en Azángaro y las falsificaciones, “la 50” en el Cono Norte, los celulares en Las Malvinas, prostitución en jirón Zepita y Lince.

En “Tacora” o “Tacorita”, con cariño, encontramos la permanente oferta de todo tipo de bienes y servicios. Tiene áreas o secciones que involucran desde las industrias automotrices, autopartes de todo tipo hasta las de construcción, sanitarios, carpintería; la electromecánica, motores, bombas, artículos electrodomésticos; la agroindustrial con productos alimenticios envasados de todo tipo; la textil, con productos de vestir y calzados para todas las edades; la de salud, medicinas, productos de belleza y tocador, etc. Pero todos los productos que ahí se ofrecen y venden, en “escaparates” de plástico tendido en el suelo, tienen una característica común: deben ser robados, o de procedencia ilícita, falsificados o “bambeados” —en el argot popular—, cuando menos usados, y las transacciones producto del regateo interminable son en efectivo e inmediatas; máximo aceptan Yape, no hay créditos y, por supuesto, a precios muy bajos.

Nuestro criollo mercado “cholizambo” tiene también un área de servicios “profesionales”: se ofertan desde falsificaciones de documentos a través de notarios “bamba”, hasta sicarios a precios módicos, pasando por equipos y personal de seguridad y asalto para desalojos violentos, suministradores de “chiquitas” con lesiones leves o graves para acciones de venganza o vendetta por ofensas ciertas o imaginarias, hasta servicios de hackeo y ventas de celulares manchados de sangre al mejor postor, pasando por curanderos y hechiceros que curan males de amores y de todo tipo, incluyendo ofertas de amor al paso —entiéndase prostitución— y de todo tipo de drogas.

Como vemos, Tacora, sus ofertas y transacciones, desde el punto de vista legal, implican una amplísima gama de delitos: contra el patrimonio, receptaciones, estafas, contra la propiedad industrial, intelectual, contra la vida, el cuerpo y la salud, contra la fe pública, trata de personas, proxenetismo, etc., etc., con una característica transversal: la impunidad; y que todas estas acciones delictivas se cometen a la luz pública y diariamente desde hace décadas, contando con el silencio cómplice y vistas gordas de fiscales, policías y cuanta autoridad central o local —entiéndase municipal— exista.

En nuestra política, haciendo un símil, los ofertantes de productos bamba tienen sus puestos de telas plásticas tendidos en el suelo del más grande mercado político delincuencial de la República: el Congreso, donde las leyes que favorecen a organizaciones criminales, de mineros ilegales, traficantes de drogas, traficantes de terrenos, transnacionales del crimen y la corrupción como Odebrecht, monopolios y oligopolios peruanos y extranjeros, fungen de los proveedores todopoderosos de los artículos ilícitos, injustos y abusivos que de ahí salen bajo la forma de leyes que los benefician y, en paralelo, agravian a los ilusos electores que los encumbraron; esto es, al sufrido pueblo peruano. Está claro que la calidad humana del Congreso mayoritariamente apunta a ser peor.

Igual ocurre dentro de sus respectivas competencias y funciones: con el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Policía Nacional, las Fuerzas Armadas y autoridades nacionales, regionales y municipales, llenas de funcionarios corruptos, venales y prevaricadores, que se encubren entre sí, como los lobos en sus jaurías.

Encuentran ustedes alguna diferencia entre nuestro “Tacora cholizambo” y nuestra política. A ojo de buen cubero muchos dirían que no, pero yo les digo que sí, hay una gran diferencia: la transparencia. Mientras en Tacora los autores de los delitos, en vulnerable “inocencia criminal”, los cometen a la luz del día y frente a todos, donde tanto los compradores como los vendedores están inmersos en responsabilidad penal en delitos de receptación como mínimo; en nuestra política, las acciones criminales son encubiertas, ocultas; sin embargo, se huelen, se perciben desde lejos, a través de los injustos y abusivos resultados en detrimento de la población y de los inocultables signos exteriores de riqueza de los que terminan haciendo gala los congresistas y miembros del Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Ministerio Público, Policía Nacional y Fuerzas Armadas a nivel nacional, regional y local, quienes después de cortos periodos de ejercicio del poder se han convertido en posesionarios de ingentes cantidades de bienes fruto de la corrupción, el cohecho, la concusión, la colusión y otras modalidades criminales y de organización criminal en todas sus formas. Donde sí existe coincidencia entre Tacora y el mercado de nuestros políticos y funcionarios públicos es en la impunidad.

Si queremos “destacorizar” nuestra política, tenemos una gran oportunidad en las próximas elecciones. Es imperativo que los electores invirtamos tiempo en analizar y estudiar las opciones y propuestas de los candidatos más éticas, que signifiquen una auténtica posibilidad de cambio en beneficio de nuestro amado Perú y de todos los peruanos.

Finalmente, se dice que el historiador Pablo Macera corrigió a Jorge Basadre cuando este dijo: “El Perú es una casa de putas”. Disculpe, don Jorge Basadre: una casa de putas es más ordenada.

César Ortiz Anderson
Presidente de Aprosec
www.aprosec.org
Cel.: 999316197 / 998160756
Fan Page: Aprosec-Perú


Comentarios


Suscríbete a nuestro Newsletter

Recibe nuestro Newsletter diariamente registrándote con tu email y mantente informado con las noticias más relevantes del día.

Suscribirme



También te puede interesar


Mas articulos

Sigue transmision gu db1ca652
Wasappgacetaperu 5447ff89

Precandidatobanner 92b32331

Facegaceta1 4e69d2e9

Comas1 eac0f3a4

Champion 5b82154d

Noti2 8e521764

Banergastronomia 495acf0d

Banner tpd d50a8c05

Cesaropinion 10ceb177 5965d2e9

Publi banner grupo gaceta peru negro 300x400 d76d4f72 29bdede3

Punto ec62ee0fEscape 42989b8bFamilia e0a9160dSaludable 5fa274c9Vocacion 6ec01671Jne fe996a39Pagina c29a18dbRegional a20152bc



Gaceta Ucayalina Radio - Música y Noticias
0:000:00